martes, 30 de junio de 2015

Mi propio mapa.

Puedo pasarme semanas planificando. Noches enteras sin poder dormir, venga a dar vueltas al abanico de posibilidades que tengo a mi disposición. Quemar las horas con un papel y un boli, trazando posibles recorridos. Dejando sitio para las bifurcaciones, claro. Si aquella calle resulta que está cortada por obras, o aquella otra ha quedado inutilizada por la lluvia, siempre tengo a mano un itinerario alternativo. Así fue como el otro día salí a ejecutar uno de mis planes. Antes de lanzarme, comprobé que la bici estuviera en buen estado y que mi app estuviera registrando el recorrido correctamente. Pero no fui suficientemente previsor y olvidé que yendo tan deprisa, los mapas podían salir volando de mi bolsillo. Así que al final tuve que improvisar la ruta. La vida está llena de elementos frágiles e imprevisibles y hay que saber adaptarse. No es tanto cuestión de reflejos, a veces es suficiente saber dejarse llevar. Porque aunque pierda los papeles, aunque no sepa a dónde vaya a ir a parar, al final lo más importante es que todos los caminos son contigo a mi lado.

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