martes, 30 de junio de 2015

Mi propio mapa.

Puedo pasarme semanas planificando. Noches enteras sin poder dormir, venga a dar vueltas al abanico de posibilidades que tengo a mi disposición. Quemar las horas con un papel y un boli, trazando posibles recorridos. Dejando sitio para las bifurcaciones, claro. Si aquella calle resulta que está cortada por obras, o aquella otra ha quedado inutilizada por la lluvia, siempre tengo a mano un itinerario alternativo. Así fue como el otro día salí a ejecutar uno de mis planes. Antes de lanzarme, comprobé que la bici estuviera en buen estado y que mi app estuviera registrando el recorrido correctamente. Pero no fui suficientemente previsor y olvidé que yendo tan deprisa, los mapas podían salir volando de mi bolsillo. Así que al final tuve que improvisar la ruta. La vida está llena de elementos frágiles e imprevisibles y hay que saber adaptarse. No es tanto cuestión de reflejos, a veces es suficiente saber dejarse llevar. Porque aunque pierda los papeles, aunque no sepa a dónde vaya a ir a parar, al final lo más importante es que todos los caminos son contigo a mi lado.

sábado, 27 de junio de 2015

Leave Me Alone.

Un día despiertas, rozas su piel en la cama que compartís y tu cuerpo se expande y se derrama de plenitud hasta desbordarse en el primer abrazo a su espalda. Abrir los ojos cada mañana no es una tortura y sonríes a la luz que entra por la ventana. Te debates entre seguir estrujándole contra tu pecho un rato más o levantarte a preparar un desayuno para dos con todo lo rico que se te puede ocurrir. Planificas un día compartido. Vislumbras su sonrisa, predices la felicidad de su compañía en cada momento. Diseñas planes como un traje a medida para sus gustos, lo mejor, lo más excitante, lo que siempre has querido hacer con tu compañero en la vida. Incluso las situaciones más cotidianas tienen banda sonora y argumento de vídeo clip. Y ni un solo minuto de las próximas 24 horas quedará libre de vuestra unión. Sois uno. Un día despiertas, mirando al abismo del borde de tu lado de la cama y no te parece suficientemente profundo para arrojarte y huir. Espalda repele a espalda. Te gustaría abrirte en aspa y adueñarte de todo el espacio sobre las sábanas. Ofrecerte a la soledad. Quieres dejar de sentir su respiración. Su aroma, que antes te excitaba, ahora solo anuncia empacho. Cada movimiento que realizas conlleva un estudio previo de cautela para evitar el roce de su cuerpo. Empujas con la mirada las manecillas del reloj para acelerar su tictac, esperando que despierte antes que tú y abandone el lecho. Aunque sabes que eso no será suficiente. Oirás sus pasos por la casa, sus primeros ruidos matutinos, tan reconocibles entre todos los sonidos del hogar. Antes los perseguías entre sueños, imaginando su cuerpo en movimiento, como una danza en tu honor. Ahora solo es un estruendo antipático y machacón. Y te seguirás sintiendo invadido, más solo y más prisionero que nunca. Él se ha convertido en un cuerpo extraño que se enquista irritante en cada uno de tus signos vitales, molesto al respirar, ver, oír, oler, degustar, sentir… Una molesta calcificación que estás deseando excretar a pesar del dolor que provoque el acto de evacuarle de tu vida para siempre. Solo deseas oír el portazo y sus pasos alejándose en el rellano… y no volverlos a escuchar nunca más. Te quise, te adoré. Hasta que te encontré arrodillado en aquel baño. La música se paró en seco,  la aguja del tocadiscos interrumpió su viaje concéntrico y saltó de golpe, cruzando como una afilada cuchilla todos los surcos del LP de vuestra vida compartida. Ahora solo repite una y otra vez lo que queda de ti en mí...

miércoles, 24 de junio de 2015

Pasar página es cerrar el libro.

Cielo, se ha roto el reloj del salón, ni rastro queda de las notas que me dejabas en la mesilla por las mañanas, aquellas que decían: "pequeño, he ido a comprar el desayuno. PD: no te preocupes, a comprar tabaco ya iremos juntos". Las paredes de esta casa echan de menos nuestras peleas por el mando los viernes por la noche, cuando no nos apetecía salir y ya a penas encuentro películas con las que gritar, como solíamos hacer nosotros cuando nuestra vida no tenía nada que envidiar a esos falsos guiones. Hace unos meses, cuando me preguntaban si existían los imposibles, yo les contestaba que no, porque para mí era realidad lo que otros llamarían utopía. Y así fue como descubrimos que los mejores sueños se tienen despiertos. Pero cómo no, la vida a venido a pedir cuentas y nuestro sistema besonómico, para nada deficitario se ha desplomado sin que nadie nos ofrezca rescate. Hace unos meses, cuando me preguntaban cómo te conocí, yo les contestaba que no te conocía, no del todo, y que además eso era lo que más me gustaba. Porque cada día tenía que descubrir una nueva manía de las tuyas, como que te gusta el café templado o que las noticias de la cinco te ponen nervioso, que los lunes ves esa serie americana de asesinatos o que a pesar de hacer calor, tienes que taparte con las sábanas. Pero ahora he aprendido que hay errores que tienen nombre y apellido, que a veces valoramos más lo que no hacemos y que nos mintieron cuando nos dijeron que soñar era gratis, porque al final la realidad viene a cobrarte un par de hostias. He aprendido que levantarse tras la caída no es un deber, sino una necesidad, y que no son los labios quienes echan de menos los besos, sino los besos quienes extrañan tus labios. Porque ahora soy yo el que he escrito una nota y la he dejado en la puerta de casa: "cielo, salí a ver como era la vida sin ti y desde entonces no he vivido; vuelve. PD: por ahí lo llaman amor, pero yo le he puesto otro nombre, el tuyo; espero que no te importe." Y todavía no has vuelto...

martes, 23 de junio de 2015

Modern Love

Ahora el amor es controlar cuántos condones le quedan a tu novio en el cajón de la mesita de noche. Ahora el amor es regalarle un bukkake por su cumpleaños. Ahora el amor es jurar que no lo habías hecho nunca cada vez que le pones los cuernos. Ahora el amor es perder la perspectiva: resulta tan fácil que una réplica más o menos inocente derive en una foto subida de tono. Planificamos los próximos polvos mucho antes de la ruptura y retransmitimos cada paso. Sí, ahora el amor es tantas cosas que no entiendo... Aquí me siento desubicado, como en una época que no es la mía, pero si tuviera una máquina del tiempo no viajaría al pasado de las cartas románticas, sino al futuro cercano, cuando estos nuevos hippies se cansen de predicar las bondades del amor libre y el poliamor. Como antes nuestros padres, volverán a buscar la estabilidad, la defenderán a capa y espada como si nunca hubieran creído en otra cosa, renegarán de Grindr quienes más lo usaban: “era tan vacío”, dirán, y solo en las tardes aburridas de domingo recordarán aquellas travesuras de juventud como un sueño medio olvidado. Y todos volveremos a estar seguros de que las promesas de amor efímero valen algo. Supongo que la mejor máquina del tiempo es la paciencia.

miércoles, 17 de junio de 2015

Pasado, presente... ¿y futuro?

Alguien dijo: no son las estrellas las que dictan nuestro destino, sino nosotros mismos. Yo creo que todo lo que ocurre, ocurre por una razón. Pero, ¿y si eso no fuese cierto? ¿y si todo lo que pasa o incluso lo que no pasa está guiado por nuestros errores? Si os paráis a pensar las cosas nunca salen como uno quiere, vale que en un principio sí, pero ¿qué hacéis cuando creéis haber hecho lo correcto y os equivocáis? Nada, llega un punto en que no podéis hacer nada, más que torturaros por haber cometido tan estrepitoso error, odiaros a vosotros mismos por aquello que hicisteis o no hicisteis en el pasado. Imaginaos por un momento que cometéis un error y os dais cuenta tarde, muy tarde, que probablemente ese sea el mayor error de vuestras vidas, que después de haceros creer a vosotros mismos que lo habéis superado y sois felices no lo fueseis, que de la noche a la mañana o en menos de una hora todo se pusiese patas arriba. ¿Qué haríais entonces? Eso mismo me pasó a mi, cometí un enorme error dejando escapar a la persona que probablemente más me haya amado en toda mi vida, y lo peor es que no cometió ningún fallo para merecer eso. Todo fue producto de las idioteces de un chico de 18 años que aunque le amase, no sabía lo que quería en la vida. Ahora se lo que es echar de menos a alguien realmente, ahora se lo que es torturarse por un error, ahora se demasiadas cosas que nunca quise saber, y menos sabiendo que me hubiesen bastado dieciséis horas para que todo siguiese igual. Porque de haber llegado a tiempo nada habría cambiado, ni estaríamos separados, ni yo sufriendo por un amor que dejé escapar por imbécil... Dicen que siempre queda una esperanza, por muy pequeña que sea, pero a su vez también dicen que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, ¿y si él fuese ese único tren que sólo pasa una vez en la vida?

jueves, 11 de junio de 2015

Bienvenido a la vida.

Respira, ponte cómodo, coge aire y busca sitio. Quién fuiste, quién eres y quién llegarás a ser. De dónde vienes, dónde estás y adónde vas. Es este desliz en el que esta vida nos hace permanecer apegados mientras seguimos sobreviviendo a cada subida y a cada caída. Es este paracaídas que nos produce el vértigo de vivir adaptándonos a una sociedad que nos empuja a ser más de ella que de nosotros mismos. Son tiempos de mirar ombligos ajenos mientras intentamos descongelar de miedos nuestra piel.
Siempre en busca de la estabilidad, con recuerdos almacenados en las cajas que queremos olvidar pero nos negamos a tirar, con recuerdos tan anclados en el pasado que no nos permiten revivir ninguna emoción, con recuerdos que vienen y van como todos los trenes que circulan entre amanecer y atardecer.
Siempre en busca de la estabilidad, con las expectativas fundidas en futuros desconocidos, con las expectativas sujetas a sueños inalcanzables que mantenemos para solamente sentirnos vivos, con las expectativas que cada vez nos hacen exigir más a los demás y menos a nosotros mismos.
Siempre en busca de la estabilidad, con este presente que hoy nos ahoga si no conseguimos despegarlo del pasado y del futuro para instalarnos en la moda del vivir con la mente y corazón instalados en el hoy porqué creemos que es la única vía para combatir la amargura de lo efímero. Siempre en busca. Quizás nadie nos enseñó que en esta vida la magia reside en todo aquello que llega. La novedad, la sorpresa, lo inesperado, el cambio, la ruptura e incluso si me apuras la temeridad. Son tiempos de seguir demasiadas instrucciones y pautas para interpretar el mejor papel en este teatro de la vida. Y perdona que te diga, querido, quizás haya llegado el día de dejar de ser este actor de reparto y convertirte en el protagonista de tu vida. La vida de todo lo que no esperas, ni deseas, ni imaginas. La vida de todo lo que está por sentir. La vida de dejar de perseguir instantes que mueren. De sentir, y basta.

                                                                                                                        - Bienvenido a tu mundo.

domingo, 12 de abril de 2015

Qué son los celos y por qué somos celosos.

Sentir celos es parte de la naturaleza humana, es una respuesta emocional que ocurre como resultado de un complejo proceso psicológico que nunca es agradable, por ello es que hoy os invito a intentar describir qué son los celos y por qué somos celosos. Los celos representan una de las emociones más naturales o esenciales y al mismo tiempo, una de las más oscuras, dañinas e incómodas que existen. Se tiene constancia de que este sentimiento es inherente a la condición humana desde tiempos ancestrales, siendo por ejemplo una temática recurrente en la mitología griega. Hay quienes creen que los celos son otra forma de envidia, pero a diferencia de esta, los celos aparecen más bien como un temor, como el miedo a perder determinada cosa, objeto, función o relación, entre otras cosas. A pesar de que en la antigüedad las causas de este fenómeno fueron adjudicadas a deidades o entidades sobrenaturales e ilógicas, hoy sabemos que la responsabilidad es nuestra. Desde el campo de la ciencias, como la psicología y particularmente desde la psicología evolutiva, sabemos que todo pasa por nuestros cerebros, tanto la forma en la que establecemos nuestras relaciones, como la manera en que buscamos mantener (o no) las mismas. En sí, de acuerdo a diversos psicólogos contemporáneos, los celos son una respuesta emocional inherente a la naturaleza humana, donde tanto en hombres como en mujeres ocurre de la misma manera y esta ligado a una cuestión muy simple: buscar proteger lo que se quiere. Los humanos aprecian, quieren y aman sus pertenencias; sus puestos de trabajo, sus amigos, sus parejas, etc... Y la idea de perder ese vínculo o tan solo peligrar su existencia, los martiriza con este horrible sentimiento. Mediante diferentes experimentos, se ha determinado que por ejemplo en una pareja, la infidelidad en el coito provoca una respuesta que implica un mayor grado de celos y otros sentimientos como rabia, ira, etc... Que en el caso de una infidelidad de tipo psíquica o de algún modo “espiritual”. Si la persona es infiel en la cama pero no hay una conexión (lo que llamaríamos amor) los celos aparecen en menor grado y con consecuencias menos nocivas. A su vez existen diferentes tipos de celos, desde celos más habituales vinculados al empleo, amistad, familia y/o romance, a los  celos anormales, que rozan la paranoia y las patologías psicológicas. Bien podríamos decir que nuestros celos, en gran parte, son entonces el resultado de nuestra inseguridad, nuestra poca capacidad para desarrollarnos como individuos independientes, el peso de nuestra calidad como sujetos sociales y en cierta medida, de nuestro profundo egoísmo...